Los Olvidos de Dios

 

Obra Literaria , Los Olvidos de Dios

Jamás asistí a la escuela, soy pues un analfabeto, uno más de los miles que habitan este cruel mundo. Estoy convencido de que nunca debí haber nacido. Acostumbro a pasar el día revoloteando por los caseríos, buscando algún cachuelo, cargar bultos, costales de frutas, canastones y hasta muebles, limpiar las aceras, o un mandado a las mujeres mayores, para que alguien me regale un bocado o me ofrezcan unos cuantos centavos; algunos con lástima me lo daban, pero no sin antes decirme que mis andrajos huelen mal y que busqué un sitio para bañarme. En el recuerdo me veo caminando por sus calles de podredumbre, tugurios de gente que como yo deambulaban sin saber a dónde irían a parar. Los días transcurrían con la misma rutina, sin que ninguna voz, ningún crujido ni siquiera el silencio consiguiera interrumpir mis recuerdos. Lloro largamente todo mi espanto callado, me lleno de estremecimientos que recorren mi cuerpo de arriba abajo, luego los sollozos van retardándose, no me muevo, no digo ni una palabra, un silencio morboso acalla toda mi angustia y desesperación.

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